El
primer aparato como tal para “detectar mentiras” se desarrollo en 1915 y
consistía en medir la presión sanguínea. Con el tiempo, se añadieron otras
mediciones hasta llegar a los aparatos actuales, que permiten medir
simultáneamente varias respuestas fisiológicas incluyendo la respiración la
presión sanguínea y la respuesta galvánica de la piel, la cual mide la
sudoración de las manos.
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