viernes, 10 de mayo de 2013


El cerebro racional

La corteza cerebral es la capa externa del cerebro y constituye el 80 por ciento del total del cerebro humano. Esta corteza se divide en cuatro lóbulos diferentes: el lóbulo occipital, que se encuentra en la parte posterior y maneja la información visual; el lóbulo parietal, que está involucrado en el procesamiento de la información sensorial y espacial; el lóbulo temporal que actúa sobre el lenguaje y la memoria. Así mismo, en la parte más frontal o anterior, se sitúan los lóbulos frontales, una de las regiones fundamentales del cerebro humano, puesto que se trata de un área muy desarrollada.
La mayoría de las investigaciones sobre la agresión y la violencia se ha enfocado a las partes anteriores del  cerebro, que influyen los lóbulos temporales y frontales.
En estos estudios se ha descubierto el importante papel que juega una subdivisión de los lóbulos conocida como las áreas prefrontales y situadas en la región más al frente de ellos.  Esta zona está involucrada en la capacidad de abstracción y en la inteligencia, la planeación, la inhibición, de conductas inapropiadas  y la regulación de las emociones, funciones que resultan de suma relevancia para comprender la conducta criminal.
En contraste, la parte más posterior de la corteza frontal (las cortezas premotora y motora) está involucrada en las funciones sensoriales, motoras y de orientación. La importancia de la corteza prefrontal en las funciones intelectuales  y la conducta social.
La corteza prefrontal se subdivide en corteza medial, dorsolateral y orbitofrontal; se ha  comprobado que alteraciones en esta última produce conducta antisocial y violenta. La corteza prefrontal  es el área o centro de nuestra autoconciencia, y su desarrollo que ha permitido que la humanidad cree civilizaciones que generen arte, ciencia, cultura e instituciones sociales.
Es precisamente en estas áreas donde localizamos el lugar de nuestra intelectualidad, de nuestro pensamiento, de nuestra personalidad e identidad, así como de la integración de las emociones con el pensamiento. Se puede decir que es el "puesto de mando". 

Fuente: Libro “Mentes Asesinas” Dra. Feggy Ostrosky

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