Normalmente el torturador tortura con la asunción de que su víctima le dirá la verdad debido al cansancio y el dolor producidos por la tortura. Sin embargo, en una investigación del Trinity College de Dublin el profesor Shane O'Mara ha estudiado a fondo las técnicas de tortura aplicadas por el ejército estadounidense a prisioneros iraquíes probando lo contrario.
El estrés extremo libera cortisol, la hormona del estrés, la cual alcanza la corteza prefrontal del cerebro y el hipocampo, favoreciendo la excitación neuronal que compromente el funcionamiento normal del cerebro, afectando la memoria a largo plazo. Además, otras hormonas pueden favorecer la alta presión sanguínea, lo cual pueden dañar el cerebro severamente si se mantienen durante un largo tiempo.
COMENTARIO: Y a todo esto, hacer un alegato en contra de la tortura es una obviedad. No hay cosa más lamentable que la tortura, y de colmo, no da resultados. Pero como ya se a visto historicamente los torurados prefieren aceptar su culpabilidad, apesar de ser inocentes con tal de no seguir siendo torutardos.
FUENTE: http://www.ojocientifico.com
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